19 diciembre 2013

Jugando al ingeniero (electoral) en la Ciudad

Va de nuevo otra nota publicada en El Estadista en su última edición impresa (Nº 92). Como nos suele interesar la Ciudad de Buenos Aires (algo de elecciones acá y acá, algo de partidos acá y otro poco de federalismo acá) y le prestamos mucha atención, se nos ocurrió pensar que puede pasar a futuro con la reforma electoral recientemente aprobada. Hay datos, hay conjeturas, hay hipótesis. Un poco de todo.

Jugando al ingeniero (electoral) en la Ciudad
Facundo Cruz[1]

Las reformas electorales suelen generar temor. Cierta imprevisibilidad futura. Algo de asombro y sorpresa por sus efectos. Esta multiplicidad de sensaciones no es poca cosa: cuando se reforma la Política, se cambian las reglas que 1) regulan las relaciones entre actores políticos, 2) distribuyen el poder institucional entre ellos y 3) reducen o amplían las chances de los primeros para alcanzar lo segundo.

Hoy nos encontramos un nuevo laboratorio con el que experimentar. La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó dos leyes que modificarán los incentivos y las pautas de comportamiento de los actores partidarios porteños: primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, y boleta única.

Vayamos por orden y veamos qué puede cambiar y qué puede (en teoría) pasar en los próximos años.

Efectos (esperados) de las PASO porteñas

El sistema de primarias abiertas aprobado para la Ciudad de Buenos Aires incluye una multiplicidad de nuevas e interesantes reglas.

Lo primero que tenemos que destacar es el umbral electoral. A partir de ahora, para que los partidos políticos y las alianzas electorales puedan participar de las elecciones generales deberán obtener, al menos, el 1,5% de los votos válidos emitidos. Ese límite inferior, si bien es bajo, puede tener cierto efecto en la oferta electoral.

En la Tabla Nº 1 se pueden observar esos efectos teniendo en cuenta las últimas 6 elecciones (6 legislativas y 3 generales). Lo más destacado se percibe en la cantidad de listas que, primarias mediante, hubieran llegado a las generales para ambos cargos: para las dos categorías los partidos y las alianzas se reducen a la mitad y, en algunos casos, en dos tercios. De modo que, si los partidos porteños no se adaptan a futuro, entonces las reglas lo harán por ellos.

Esto, sin embargo, afectará únicamente a aquellos partidos chicos y “porteños” que compiten en elecciones para acceder a una cuota nada desdeñable de financiamiento público. Los sacará de la competencia. Este cambio, por otro lado, no tendrá mayor incidencia ni en la distribución de preferencias ciudadanas ni la cantidad de partidos verdaderamente competitivos (los que llenan el NEP) dado los pocos votos que suelen obtener. Son muchos pero reciben poco.

Tabla Nº 1. Número Efectivo de Partidos (NEP)[2] para cargos Ejecutivos y Legislativos, cantidad total de listas y efectos del piso electoral[3].

Año
Elección
NEPEjec
NEPLeg
Listas Ejecutivo
ListasEjec c/ 1,5%
Listas Legislativo
ListasLeg c/ 1,5%
2003
Ejecutiva-Legislativa
4,94
8,91
28
7
38
11
2005
Legislativa

5,1


40
9
2007
Ejecutiva-Legislativa
3,22
4,02
18
7
22
7
2009
Legislativa

4,9


28
8
2011
Ejecutiva-Legislativa
3,27
4,01
14
6
19
9
2013
Legislativa

4,71


23
8

Fuente: elaboración propia en base a datos extraídos de Calvo y Escolar (2005), Andy Tow y Dirección Nacional Electoral – Ministerio del Interior y Transporte.

Otros dos elementos de la reforma tendrán un efecto importante en la competencia interpartidaria e intrapartidaria. En primer lugar, la conformación de la fórmula electoral para competir por el Poder Ejecutivo porteño sigue el modelo “a la norteamericana”. En lugar de que la interna defina el candidato a Jefe y a Vicejefe de Gobierno (como ocurre a nivel nacional con Presidente y Vicepresidente), por medio de las primarias se elegirá únicamente al primero, mientras que su compañero de fórmula será designado por el vencedor de la interna 48 hs. después.

“El que gana distribuye” en lugar de “el que gana se lleva todo”. Habrá mayores incentivos para que las líneas internas quieran (y puedan) competir en internas. Básicamente porque habrá un premio consuelo en caso de derrota. Con menos valor, pero premio al fin.

Esta “presión” por competir internamente se ve potenciada, además, por la prohibición explícita de competir en distintas internas de distintos partidos o alianzas y por distintos cargos: los pre-candidatos sólo podrán participar en una agrupación y por una sola categoría. De modo que desaparece una práctica cotidiana de los partidos chicos porteños: la doble candidatura ejecutivo-legislativa. Tendrán que elegir dónde y por qué dar la batalla interna. Opciones no les faltarán.

A esto también se suma la prohibición de listas colectoras. Llamada de atención para el Frente para la Victoria y algunos partidos de la centro-izquierda, quienes regularmente han recurrido a las colectoras para traccionar votos para sus candidatos ejecutivos.

Lo que tendremos, entonces, serán dos instancias de ordenamiento de la oferta previo a las elecciones generales. Una primera instancia de negociación para la competencia interna entre actores intrapartidarios y una segunda con las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. Menos actores y más ordenados.

Luego vendrá la voluntad popular y la asignación de cargos. No todo junto, como ocurre hoy en día.

¿Qué cambia con la Boleta Única (BU)?

Con la BU los efectos se sentirán más bien sobre la “comunicación electoral”.

En primer lugar, los partidos políticos deberán adaptar sus estrategias de comunicación y de posicionamiento de candidatos. A partir de ahora, los ciudadanos tendrán en una única boleta todos los candidatos de todos los partidos y para todas las categorías. Que, si tenemos en cuenta los efectos reductores de las primarias antes expuestos, no será una pieza de papel demasiado grande. Más afiche y menos mantel.

El desafío de los partidos será poder orientar a los electores hacia los colores y las casillas que les correspondan. Y, además, que no se confundan con otro competidor.

Acá podríamos esperar (y hay temores de) cierta dosis mayor de personalización de la política. Sin embargo, en el distrito porteño ya hay algunos indicios leves de que el electorado vota según las personas y no tanto según los partidos. Los porcentajes de corte de boleta ya analizados en otra oportunidad así lo demuestran. Con lo cual será algo a tener en cuenta: si se potencia o si se queda como está.

En segundo lugar, también cambia la estrategia el día de la elección. La fiscalización no se centrará en garantizar la suficiente cantidad de boletas propias en el cuarto oscuro, dado que los pocos que pasen a la general figurarán todos en el mismo soporte físico. Una tarea menos.

De modo que, con el nuevo diseño, se elimina toda manipulación posible y el resultado electoral esperado de los partidos dependerá de dos elementos: 1) que logren adaptar bien sus estrategias de posicionamiento de candidatos (y trabajen un poco más para ello) y 2) del lugar que les toque en la boleta post-sorteo de confección de la BU. La equidad electoral en su esplendor.

A modo de cierre, una advertencia. No hay certeza de que los efectos mecánicos y psicológicos descriptos ocurran tal cual se intuye que ocurran. Hay probabilidades de que pase. Pero no seguridad.

Eso es ingeniería electoral: ajustar algunas tuercas para orientar a las bestias (políticas) en una dirección. En el distrito porteño, hacia los pocos y los que cuentan.



[1] Politólogo, Docente en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Secretario de Redacción de Revista POSTData. Editor del blog leviatanasueldo.blogspot.com. Contacto: cruzfacu@gmail.com.
[2] El Número Efectivo de Partidos (NEP) calcula la cantidad de partidos que son “verdaderamente” competitivos tomando en cuenta el porcentaje de votos que obtiene cada uno en una elección determinada y en un distrito particular. El índice arroja un valor que no es necesariamente un número entero, cuyo resultado es la ponderación de cada partido político a partir de los votos que obtiene. En esta tabla se toma en cuenta el NEP que compiten por la Jefatura de Gobierno (NEPEjec) y los que compiten por las bancas en la Legislatura porteña (NEPLeg).
[3] La cantidad total de listas para la argos ejecutivos y legislativos contabiliza las listas colectoras (mismo candidato a Jefe de Gobierno, distintas listas para legisladores) y listas espejo (mismos candidatos ejecutivos y legislativos pero distinto nombre de partido/alianza electoral). Las columnas que contabilizan las listas según el piso de 1,5% sigue la misma lógica.

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