29 septiembre 2014

#ElEstadista PRO, FAUNEN y las coaliciones no correspondidas

Seguimos publicando en El Estadista (edición impresa Nº 107). Está de moda hablar de coaliciones, asique no queremos quedarnos afuera. La semana pasada lanzamos la primera de tres notas, la cual ofició de marco general de análisis para estudiar coaliciones multinivel. Hoy nos concentramos en el amor no correspondido entre PRO y FAUNEN, aplicando el mismo esquema de análisis. La próxima semana cerramos con las coaliciones multinivel peronistas.
Si quieren profundizar ideas y datos, pueden ver otra de dimensión multinivel (acá) y algunas sobre Europa (británicos e italianos).

PRO, FAUNEN y las coaliciones no correspondidas

Facundo Cruz
Politólogo, Docente Universidad de Buenos Aires (UBA)

Hace dos semanas destacamos en estas mismas líneas un fenómeno (¿nuevo?) que merece nuestra atención diaria. Si la política actual es (y la futura será) de coaliciones, entonces nos tendremos que acostumbrar a historias de coaliciones no correspondidas. O amores. Cómo desee verlo cada uno.

Es un problema de coordinación propio de la política. No tenemos que sorprendernos. Recordemos rápidamente el concepto central del cual partimos. Habíamos definido a las coaliciones multinivel como 1) acuerdos entre partidos políticos que 2) buscan concretar objetivos comunes, 3) invierten sus propios recursos para hacerlo y 4) se distribuyen los beneficios de lo logrado, 5) en un sistema que presenta múltiples niveles de competencia política.

A partir de acá, podemos aportar lo nuestro para intentar responder la pregunta que todos se hacen últimamente. Una coalición multinivel entre Propuesta Republicana (PRO) y Frente Amplio-UNEN (FAUNEN), ¿es posible? Existen, al menos al día de hoy, tres problemas que ofrecen elementos para tratar de responderla.

Primer problema: la Presidencia

La principal presión para acordar con PRO proviene, mayormente, de aquellos intendentes y (candidatos a) gobernadores de FAUNEN que no perciben un crecimiento electoral de sus propios candidatos presidenciales. Es un incentivo natural generado por el sistema electoral argentino: la punta de la pirámide política es presidencial, al igual que el primer lugar de la larga boleta electoral.

Definir quién se ubica en esa punta es, tal vez, el principal desafío. Por mucho armado provincial que se logre, el arrastre de la candidatura presidencial en elecciones conjuntas (nacionales y provinciales) es clave para competir contra candidatos a gobernadores que son, a grandes rasgos, peronistas, oficialistas (incumbents) y victoriosos crónicos en los últimos 10 años. De modo que si los propios no levantan (Julio Cobos, Hermes Binner y Ernesto Sanz), hay que buscar alternativas. Mauricio Macri (PRO) es una de ellas.

Esto puede quedar más claro si retomamos las estrategias que ilustramos hace algunas semanas. La construcción de una coalición multinivel puede ser desde los niveles inferiores del sistema político (municipales y provinciales) hacia el superior/nacional (bottom-up), desde arriba hacia abajo (top-bottom) o en las dos direcciones. De modo que la presión, en este caso, es bottom-up (los dirigentes provinciales presionan), mientras que las resistencias son top-bottom (los candidatos presidenciales de FAUNEN integran que integran la dirigencia nacional resisten).

Segundo problema: la conexión y la militancia

La segunda resistencia proviene de la ideología. Es un problema recurrente en partidos que, a partir de una coalición, buscan dar el salto de la vereda opositora a la oficialista. Puede resultar más sencillo conformar una coalición en la oposición a un gobierno porque la conexión ideológica se solidifica con la resistencia a las decisiones del oficialismo.

Las  coaliciones del no son más rápidas de conformar que las del sí. Si nos detenemos a observar las legislaturas provinciales hoy, no debería sorprendernos encontrar más unión opositora frente a medidas de los gobiernos peronistas provinciales que diferencias entre PRO, FAUNEN y otros tantos.

Esto se vincula directamente con la base militante; la cual es, en definitiva, parte de los recursos dispuestos para motorizar las coaliciones. En toda construcción política es más fácil ser pragmático y menos ideológico en la pirámide dirigencial que en la base militante. Esto no es menor a la hora de coordinar una coalición electoral con una candidatura que no es propia. La militancia de FAUNEN lo siente así.

Como ya dijimos, para que una coalición funcione adecuadamente tiene que tener más en común que las diferencias que los separan. Si las bases militantes perciben mayoría de diferencias que puntos en común entre PRO y FAUNEN, entonces los incentivos colectivos para que se integre de manera sólida se reducen notablemente.

Tercer problema: la integración

El tercer problema que se percibe es más que nada temporal. ¿Por qué? Una coalición (especialmente, una multinivel) tiene distintos momentos políticos para formarse: uno electoral, otro de gobierno y otro (re) electoral si decide volver a presentarse.

Las resistencias de dirigentes nacionales y militantes de FAUNEN para aliarse con PRO se deben a que están ansiosos o apurados (o las dos). Natural, claro. Ansiedad que se manifiesta en querer conformar una coalición electoral pensando en cómo se comportará la coalición de gobierno. En otras palabras: el temor nace de que la latente desconexión ideológica electoral luego puede manifestarse en la imposibilidad de lograr unidad de gobierno que garantice gobernabilidad. Valga la redundancia.

Esta ansiedad y su apuro impactan directamente en la integración de la coalición. Impactan en lograr aglutinar todos sus componentes internos en una coalición electoral nacional-subnacional disciplinada, sólida y coherente. Sin conexión ideológica, no podemos esperar integración política.

¿Hay respuestas a los tres?

PRO y FAUNEN se necesitan mutuamente. Los primeros tienen al candidato presidencial y datos de las encuestas. Los segundos la estructura partidaria, la base militante y (mayores) recursos políticos para competir con chances. A ninguno de los dos le resulta conveniente dividir el polo no peronista del electorado en dos opciones electorales separadas. Se reducen notablemente las chances. De ambos.

Pero, sin desesperar, se pueden encontrar mecanismos de solución a estos tres problemas.

Primero, que FAUNEN pierda al Presidente no implica que lo haga con la Presidencia. Existen cargos que si bien no reemplazan, sí compensan. La Vicepresidencia es uno de ellos. Tampoco olvidemos la dimensión multinivel ni las gobernaciones. Importantes compensaciones.

Segundo, una eventual coalición de gobierno PRO-FAUNEN bien puede distribuir los cargos ministeriales en base a un criterio de proporcionalidad: quién alcance mayor cantidad de bancas en el Congreso Nacional, puede alzarse con una mayor cuota de ministros del gabinete nacional. Más compensaciones.

Tercero, el funcionamiento de ese equipo de gobierno no necesariamente tiene que ser personalista. La integración electoral puede convertirse en integración de gobierno y la toma de decisiones puede ser colectiva. Sería la primera vez. Pero sería nuevo definitivamente.

Ya lo dijo Javier Zelaznik una década atrás, “aunque el Presidente es un premio indivisible, la Presidencia y la rama Ejecutiva del gobierno no lo son”. Curso (intensivo) para algunos. Hay respuestas a las coaliciones no correspondidas. Ahora tienen que convertirse en soluciones.

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