O también podría llamarse por
qué votar al oficialismo garpa.
O sino la otra alternativa es
por qué las PASO son beneficiosas para los gobiernos de turno.
O, puede ser, que sea cierta
la historia de, cómo
dice CIPPEC, la cancha esté inclinada para los que están sentados
en los sillones y tienen caja. La caja, la bendita caja.
Cualquiera sea el título de la
película, la relación entre las PASO y las elecciones generales se recalentó en
los últimos meses. En este espacio ya
conversamos sobre su utilización y las condiciones de su uso, y
sobre el
efecto en el resultado. También sobre el
impacto que tuvo en la disputa PJ versus K. Bueno, conversando
con Doña Rosa, encontramos una más que puede ser testeada. Con gráficos a
prueba de daltónicos y todo (perdón, muchachos). Porque nunca son suficientes.
La conclusión spoiler: el
ingreso de nuevos votantes en las elecciones generales se dirige hacia las
listas legislativas que están identificadas con el gobierno nacional. En otras
palabras, al aumentar la proporción de votos positivos en las elecciones
legislativas respecto de las PASO, aumenta la cantidad de votos que obtienen
los oficialismos.
Esta viene para larga.
Paciencia, Don.
¿Qué
se nos ocurrió?
El profesor de sacos Oxford viene
diciendo hace rato que entre PASO y elecciones generales el aumento de votantes
beneficia a Cambiemos. Que esa es la clave para la coalición. Y un motivo más
para defenderlas porque los dormilones de agosto que se deciden a ir en octubre
a la mesa que les corresponde los ayuda a ganar.
Esto no podía estar pasando
solo ahora. Algo tenía que haber ahí. Asique metimos “de reversa, mami” y comparamos
las elecciones PASO-Legislativas 2013 con las PASO-Legislativas 2017. Ambos
procesos electorales tienen como punto en común que resultaron ser las primeras
elecciones legislativas no concurrente que utilizaron las PASO como una instancia
previa para ambos gobiernos: FPV en 2013 y Cambiemos en 2017[1].
Reforzamos la idea entonces:
no es solo Cambiemos el que se beneficia de nuevos votantes en una elección
general, sino que lo hacen la mayoría de los oficialismos nacionales. En el
caso que acá nos atrae, FPV-PJ en el 2013.
Como se ha vuelto moda ordenar
el espacio político argentino en términos de oficialismo vs oposición, agrupamos
los votos positivos en ambas categorías. También porque es la única forma de
ordenar una ensalada de oferta electoral que tenga algún criterio medianamente
sano: no todas las agrupaciones políticas son iguales en cada provincia ni los
acuerdos que se forman entre ellas persisten en el tiempo. Desnacionalización, dicen. De
modo que para 2013 agrupamos todas las listas legislativas FPV-PJ en una
categoría (oficialismo) y todas las restantes en otra (oposición). Para 2017 lo
mismo, salvo que el oficialismo pasó a ser Cambiemos.
Una salvedad. No es solo el
aumento de votantes totales entre PASO y legislativas lo que ayuda a los
oficialismos, sino que es el aumento de votos positivos: estos son los
sufragios que emite el ciudadano en favor de alguna lista (no toma en cuenta
los votos en blancos o nulos, que también son una opción). Porque si en las
PASO estuviste a 500km. comiendo un asado, no vas a ir tres meses después a
votar en blanco. Salvo que estés un poco tocado.
De esa manera, buscamos
encontrar una relación entre el aumento de los votos hacia las listas
oficialistas (FPV en 2013 y Cambiemos en 2017) y el ingreso de nuevos votantes
positivos. Y, para despuntar el vicio, ver también que pasa en el espectro
opositor en el mismo período. El porcentaje de crecimiento de votos positivos
de cada uno se calcula sobre los votos propios obtenidos en la PASO[2]. De esta manera cada
espacio político puede calcular cuánto creció en la elección legislativa sobre
sus propios votos obtenidos, no sobre el total de votos de la jornada electoral.
Es más real porque descartamos qué pasó con sus competidores.
¿Qué
encontramos?
Acá van la tablitas naranjas y
celestes que se hicieron moda en este submundo nerd. Pueden ver una tabla para
cada espacio político (oficialismo y oposición) y para cada elección (2013 y
2017). En total son 4 tablas. Seguimos después de que se tome unos minutos de
reflexión profunda.
A simple vista, todo parece
medianamente de acuerdo a las expectativas. En el año 2013, el FPV creció en votos
en 21 de 24 provincias (solo perdió apoyos en Chubut, La Pampa y Salta). La
oposición, en cambio, solo subió en 11 de 24 provincias. En el año 2017,
Cambiemos repitió guarismos con alzas en 21 de 24 provincias, perdiendo votos
en La Pampa (estos rebeldes…), San Luis y Santa Cruz. La oposición tuvo peor
desempeño: en 8 provincias creció y tuvo saldo negativo en 16. En La Nación y
Clarín compraron Don Perignon.
Al comparar los escenarios
teníamos que encontrar alguna relación de algún tipo. Asique ahí empezamos a
probar. Cruzamos el crecimiento de votos PASO-Legislativas con la cantidad de
electores en cada provincia. No encontramos mucho. También probamos cruzarlo
con la proporción de votos positivos obtenidos en cada provincia por cada
espacio político. No hubo mucho ahí para ver. (Nota: todos estos gráficos
fueron hechos y pueden ser consultados acá).
Retomamos la primicia del
comienzo: aumento de votos positivos. Ahí apareció algo. Aleluya, dijo Durán
Barba. En los siguientes gráficos pueden ver la relación entre el porcentaje de
crecimiento de votantes positivos entre PASO y legislativas (eje vertical de
los gráficos), y el aumento de la proporción de votos positivos hacia alguna
lista específica entre ambas elecciones (eje horizontal). Uno para cada espacio
político (oficialismo vs oposición) y para cada año (2013 y 2017). Cada círculo
de color corresponde a cada una de las 24 provincias argentinas[3].
En el año 2013 existe una
relación lineal media esquizofrénica entre el crecimiento de ambas variables.
No todas las provincias muestran que un aumento de una unidad en el eje
vertical lleva un aumento de una unidad en el eje horizontal: el conjunto de
distritos agrupados en el medio con forma de pelota deforme es indicativo de
eso. Sin embargo, en términos generales, pareciera (con muchas comillas) que a
medida que en cada provincia aumentó la cantidad de individuos que decidió
votar por alguna de las listas ofrecidas fue en beneficio del FPV-PJ. Con
algunos casos algo raros que salen de la regla: CABA y Jujuy tuvieron valores
negativos en el aumento de votantes positivos. La oposición, en cambio, tiene
una forma de U, también media esquizofrénica: primero se perjudica hasta llegar
a un punto cero en el conjunto de provincias donde no aumenta mucho el voto
positivo para luego pasar a recibir algunos de esos votos. Baja, se queda y
sube, como muchas oposiciones.
El período 2017, en cambio,
tiene asociaciones más directas y claras para cada espacio político. Salvo por
Jujuy (donde parece que es costumbre) en la mayoría de las provincias donde
aumentó el voto positivo, Cambiemos creció en sus apoyos. Y, a medida que más creció,
más se benefició de los nuevos ciudadanos comprometidos. La relación parece un
poco más fuerte que en 2013.
La oposición, en cambio,
perdió la forma de U esquizofrénica y muestra una relación levemente lineal
entre ambas variables. El cambio del patrón, sin embargo, no le permite a “los
no Cambiemos que luchan por la liberación” sacar algo positivo de la jornada de
ayer domingo: arrancan desde más atrás que el oficialismo nacional y mantienen
la mayoría de las provincias dentro del cuadrante negativo (pierden votos entre
ambas elecciones). En otras palabras, la oposición no llega a superar al
oficialismo nacional y la ventaja estratégica se mantiene. La nota: Jujuy, otra
vez, abajo a la izquierda.
¿Qué
nos queda?
Una razón más para defender a
las PASO. Pero no tanto por nosotros mismos, como analistas políticos o
politólogos que nos gusta levantarnos a las 7 de la mañana para entrar en el
sitio web a descargar datos, armar mapas y gráficos de dispersión. Sino, más
bien, porque es una herramienta útil para los oficialismos de turno. Para medir
a sus candidatos. Para reforzar los acuerdos. Para reacomodarse. Para tomar decisiones estratégicas
y retirarse a tiempo. Y, sobre todo, porque con los resultados de
agosto, Cambiemos (ahora) y el FPV (hace cuatro años) tal vez no hubieran
adquirido la oportunidad de reforzar/fortalecer/aumentar sus respectivos pesos
políticos en el Congreso Nacional.
Los votantes deciden dos veces.
Eligen alguna de las opciones, eligen quedarse en sus casas, o eligen no estar
en sus distritos. Pero luego tienen una segunda oportunidad para evaluar sus
preferencias: apostar a la lista de candidatos que más les convence o que más
les convence que gane (que son cosas distintas). Lo que podemos afirmar es que
esa reconversión de sus preferencias beneficia a las listas que se identifican
con el gobierno nacional.
Sea por la grieta o por las
reglas electorales, algo se mueve. Y está bien que así sea. Eso es democracia.
Eso cuesta.
[1] La única diferencia
radica en que FPV venía gobernando a nivel nacional desde 2003, mientras que
Cambiemos recién entró en la Rosada en diciembre del 2015.
[2] La fórmula sería así: %
de crecimiento = total votos positivos elección legislativa – total votos
positivos PASO / total de votos positivos PASO.
[3] Para las elecciones
legislativas 2017 utilizamos los resultados provisorios. Para PASO y
legislativas 2013, y PASO 2017 el escrutinio definitivo. Esos son los datos que
figuran en las cuatro tablas anteriores.
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